Una reflexión reflexiva sobre los videojuegos, cómo nos afectan y cómo pueden ser utilizados tanto para la alegría como para ayudar a aquellos que luchan.

En Perdido en un buen juego, el profesor de psicología Pete Etchells nos guía a través de su investigación sobre los efectos positivos de los videojuegos.

Etchells perdió a su padre cuando tenía solo 14 años, dejando al solitario y geek adolescente sintiéndose impotente y abandonado en un mundo sin un modelo a seguir.

Etchells se volcó a los videojuegos en su adolescencia, donde las reglas fijas y las consecuencias de las vidas digitales le permitieron escapar de su dolor y confusión.

El joven jugador ganó confianza y comenzó a hacer conexiones personales, y eventualmente una carrera, dentro de la comunidad de los videojuegos.

Los videojuegos generalmente se asumen como insalubres y antisociales, pero Etchells demuestra que muchas de nuestras ideas preconcebidas sobre la demografía, el estatus y el estilo de vida de los 'jugadores' están construidas en el aire.

Los juegos tienen el potencial de ser una actividad de unión divertida, un mecanismo de afrontamiento, una adicción consumidora o cualquier otra cosa, solo depende de cómo el jugador decida jugar.